Nació en Villa Altagracia, el día cuatro de diciembre de 1936. Vino a la capital a la edad de cinco años. Vivió en la calle Barahona, de ahí pasó a la calle Padre García, en el sector San Carlos; allí residió por 24 años.
Sobre sus orígenes narra: Mi madre, Estervina Doñé, era de Villa Altagracia, una mujer de campo, dura, con carácter fuerte y mi padre, Luis Senén del Río Pérez, puertorriqueño. Soy hijo de un inmigrante. Mi padre tuvo que volver a Puerto Rico cuando yo tenía seis meses, no lo conocí hasta después que murió Trujillo.
Mi mamá luego se casó con un joven llamado Luis Serrano, que más tarde se graduó de médico. Él siempre estaba estudiando en la casa junto con Chan Aquino. También tuvo problemas con el régimen de Trujillo, estuvo tres meses en la cárcel de La Cuarenta y esto lo afectó al punto que perdió la razón. De esa unión nació mi hermano Luis Serrano Doñé.
Tan pronto cumplí 18 años ingresé al Seminario Santo Tomás de Aquino. Allí estuve por cuatro años y medio, fui compañero de grandes sacerdotes como el Cardenal López Rodríguez, Monseñor De la Rosa Carpio y varios de los obispos del país, pero tuve que salir en desacuerdo con las medidas asumidas por Rafael Leonidas Trujillo Molina.
La muerte de mi madre fue un golpe muy duro. Yo iba de Alemania hacia Francia, iba a conocer las experiencias de los sindicatos belgas. De ahí pasé a Suiza, y al llegar a París me entregaron un cable que decía: “Manito ven. Mamá, grave”. Entonces en la tarde abordé un avión hacia Nueva York. Al
llegar, encontré a mi madre sin conocimiento. Murió y la trajimos para acá.
Estuve cerca de un año y nueve meses en Alemania, estudiando alemán, sindicalismo y asuntos sociales, fui el primer dominicano becado por la Fundación Konrad Adenauer.
El secretario general de la Casc, Gabriel del Río Doñé en visita de cortesía al directora de El Nuevo Diario, Persio Maldonado Sánchez.
Su familia
Tengo 52 años de casado con mi esposa Luz Amiama Veloz. Tengo seis hijos, nietos y biznietas. Cuento con la mejor familia del mundo, que me ha permitido dedicarme en cuerpo y alma al movimiento sindical, sin su apoyo y comprensión no habría sido posible.
Completan la familia Del Río-Amiama: Judit Esther del Río Amiama, Gabriel, Estervina, Sandra, Annyelise y Gabriela.
Su legado
No tengo dinero como muchos pudieran creer, aún estoy pagando mi casa; tengo vehículo porque me lo han regalado los compañeros transportistas, como el caso de los dos últimos, uno fue una colaboración de Antonio Marte y Blas Peralta y el que tengo en la actualidad me lo obsequió el secretario general de la Casc en la región Este del país, Manolo Ramírez (Pupilo).
No obtante, asegura que su mejor legado lo constituye la CASC, contribuyendo a la organización y formación de los trabajadores a través la creación del Instituto de Formación Técnico Profesional, (INFOTEP), la Confederación Nacional de Transporte (CONATRA), El Instituto de Formación Agraria y Sindical (INFAS) y la Asociación Mutual de Servicios Solidarios (AMUSSOL), entre otras.
Que su mayor anhelo para la principal central sindical del país, la Casc, es que este gremio continúe su proceso de crecimiento y desarrollo; que nunca se desaparte de la línea de conducta de defensa permanente al trabajador dominicano, consciente de “solo el pueblo organizado salva al pueblo”, slogan que ha enarbolado por más de medio siglo.
Hechos trascendentales
CONFEDERACIÓN AUTONÓMA SINDICAL CLASISTA